viernes, 18 de julio de 2008

LECTURA

Es angustiante para mi leer un libro. Vivir una vida inventada por otro en un papel y desarrollarla en el alma, puede ser tan absolvente que dejas tu realidad de lado. Sin hambre, sin agotamiento, sin piedad, sólo el libro y tú.

Ahora leo "Plan Infinito" de Isabel Allende, el mejor libro de la autora que he tenido hasta el momento, aunque siempre hay un espacio en sus libros que pesa de un intento se sobrecogimiento y emoción, intentando dar forma detallada a alguna condición humana. Este punto es enormemente latoso. De la autora he leído "La trilogía de las aventuras del águila y el jaguar", "Hija de la fortuna" y la "La casa de los espíritus". Creo que su libro "Paula" debe ser muy bueno, una historia real siempre es mejor narrada que una ficticia. Como en el caso de Daniell Steel, leer uno de sus libros es leerlos todos. Me recuerda al sabor del jarabe para la tos, cuando tomas de vez en cuando, cuando estas enfermo, puede parecer rico, pero si lo tomas siempre, aburre, apesta y el sabor que deja es enfermizo.

Otros libros destapa corchos que he leído son "La venganza de la tierra" de James Lovelook, "Psicomagia" de Alejandro Jodorowsky y "Los dioses del pasado" de Erik von Daniken. Estos libros los leí como si pudiera escuchar el planteamiento sobre el mundo en sus distintas dimensiones de 3 grandes amigos. Sin subyugarme a sus ideas los admiro y agradezco haber tenido la oportunidad de entrelazarlas y usar diariamente sus argumentos para comprender el por qué, el cómo y el cuánto de lo que hoy vivimos. Son extremos, eso es lo bueno de su teoría y lo que yo no puedo lograr con mis escritos porque siempre pretendo ser un bálsamo encubridor de falencias que busca unir extremos más que defender una dirección. Única opción de que todos te vean, desde lejos, y puedan adaptar a su realidad.

Mmm, bueno como autores favoritos tengo a Bárbara Wood, Ray Bradbury y Gabriel García Márquez. Parece que lo mio es masticar las mezclas de imaginación, realidad y probabilidad que puede tener un escrito. Barbara Wood ("Las Virgenes del paraíso", "Bajo le sol de Kenia", "El talismán") es como un hilo de miel dulce y pegajosa cayendo de una gran altura a la que quieres seguir para ver como comienza y como termina al mismo tiempo pero a distintas velocidades. Bradbury ("Crónicas marcianas", "Poco después de medianoche") es como un fuenton de fruta fresca, cada cuento con su sabor e irremediablemente te las comes en el orden que el autor predestina, así sentirás desde el sabor verde de las frutas al principio, el dulce perfecto y el remaduro tierruco. Gabriel García Márquez ("100 años de soledad", "Del amor y otros demonios", "Relato de un naufrago", "El coronel no tiene quien le escriba", "Crónica de una muerte anunciada") es el río que pasa por esas piedras que parecen huevos de dinosaurio en Macondo, brillante pero con neblina, sobras de árboles y reflejo de sol, refrescante pero frío.

Hermosas obras infantiles son "Papelucho" de Marcela Paz y "Crónicas de Narnia" de C. S. Lewis. Nunca es tarde para leerlos y abrir el alma. Paladear nuevamente el sabor de la aventura en una boca reseca por la madurez. Conservar la pericia, credulidad e inocencia de un niño nos permitiría llevar mejor la carga de la realidad. Un beso para estos grandes protagonistas, enfrentados a los miedos y demonios que todos llevamos dentro pero no somos capaces de tener el valor ni el honor de enfrentarlos de un modo y a un tiempo decente.

Me encanta leer un libro, ojalá el diario tuviera relatores medianamente interesantes y que no tuvieran que llegar a las bajesas de la exageración y exaltación de los defectos humanos para llenar de morbo los corazones de los lectores y de plata sus bolsillos.

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