viernes, 28 de marzo de 2008

A LAS ARMAS

Me gusta el tema medio ambiental.
Es muy extraño, de pronto, darse cuenta que hay nubes. Unos cúmulos de agua flotando sobre nosotros, limpiando el aire, extendiéndose en una realidad macro, tomando formas y colores sobre cogedores. El descubrimiento de las nubes trajo para mi un momento de belleza y espiritualidad puros.
Fue así como luego descubrí los árboles. Hasta que no te enfrentas a la majestuosidad de un gigante habitante de este planeta, que funciona bajo las mismas leyes que nosotros y que íntimamente busca sólo sobrevivir. Un colosal herbidero de vida, refugio, alimento, sombra, calor (y no como leña). La potencia de la vida encumbrandoce desde lo más profundo de la tierra.
Cuando conocí los árboles y las nubes, pude conocer la tierra. Somos lo que somos sólo gracias a nuestros alimentos y nuestro entorno. La naturaleza nos a creado a imagen y semejanza y aquí se encuentra el dios de católicos, mormones, judíos, de todos. Una tierra que nos alimenta, que nos sustenta, que nos potencia, que nos proyecta al futuro.
Soy hija de agricultor y siempre pensé que la manzana que comía sentada en la rama del árbol era gracias a que mi abuelo tuvo la genial idea de plantar una quinta. Tuve que cumplir 25 años para entender que es la tierra la que nos da y que si bien nosotros hemos puesto nuestras manos para dirigirla, es sólo ella y por eso, en nuestro afán de obtener más la hemos agotado.
Somos seres que dependemos y no todo poderosos como hemos pretendido ser. Pero la esclavitud de la tierra tiene un límite, siempre llega el momento que la fuerza opresora se dará cuenta que depende del oprimido. Lamentablemente a la tierra (o a Dios) no podremos pedirle piedad, porque su lento actuar no será micericordioso si ya nos esta dando las señas de su fatiga y aún así seguimos empuñando el látigo del desarrollo económico.
Creo en la religión como una guía moral y espiritual, pero en lo más importante, en lo que concierne al hombre como "el valor del ser humano sobre la creación", deja mucho que desear. Yo no me voy a poner de rodilla a rezar porque se termine la sequía en este país.
Es el momento para los guerreros, para el honor y la valentía, armas nobles que se blandieron en batallas de tribus ancestrales donde existía respeto por la sabiduría en la vejez y el conocimiento milenario de la naturaleza.
La búsqueda por esa sabiduría y esa trascendencia de la especie como un todo ha muerto en las manos de la economía y el progreso.
Pero la tierra esta poniendo las bombas, serán pocos los que sobrevivan. Y como la ley de la naturaleza lo exige, serán los más fuertes (si bien sobrevive alguno) y no habrá dinero para pagar el agua ni el aire.
Somos muchos en esta tierra como para manejar tan irresponsablemente los recursos, pronto tendremos un apocalipsis para sacar a unos pocos de esta faz manchada que tiene el planeta.
Hablo con todo mi odio y por eso digo armas. Porque he tenido ganas de que algunos se mueran con un rayo prodigioso cada vez que quieren poner precios a ecosistemas o arrancan hojas en la calle sólo para tirarlas más allá.
Soy insignificante, voy con la masa, trabajo por dinero porque hay que hacerlo así, pero me gustarían lideres que tomaran decisiones de valientes, de guerreros, aunque sean decisiones duras, que duelan, como las restricciones vehículares o el suministro controlado de la luz, aunque eso me signifique no poder terminar de escribir lo que pienso en este computador tan bonito, que si no fuera por el agua de las represas no estaría funcionando.

1 comentario:

axelgreen dijo...

Concuerdo en todo
comparto tu idea
es muy acertada tu idea
es realista
ojalá todos entendieramos la vida como tú
o al menos un tanto


axelgreen